
Intenté adivinar cuál es el primer recuerdo que tengo de la entidad de Carlos Gardel y quizás sea una estrofa que dice:
"¿A dónde vas?
Quedáte en Buenos Aires,
Si todavía venden
La Foto de Gardel"
Y es que es algo con lo que se nace. Yo no recuerdo haber dicho: "Ah, así que ése es el tal Gardel", no. De alguna forma y no sé porqué, es algo que se sabe. Decir Gardel es decir Buenos Aires, es decir Tango, Milonga, gomina, Obelisco, guitarra...
Es el langa de sonrisa compradora y voz que enamora. Es el macho que se pierde en un arrabal y pelea por una mujer. Es el sensiblón que llora en un Tango. Es el misterio.
Mucho se dijo de Carlos Gardel -Sin prueba alguna-, muchos mitos, muchos cuentos, algunos serán ciertos y otros inventos de la imaginación de un inescrupuloso que juega con el nombre de alguien que marcó un antes y un después en la historia. No en la historia del Tango; en la historia.
Podría gastarme poniendo la biografía, chusmeríos... Pero Gardel era lo que cantaba.
Será por eso que cada día canta mejor.
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